Un pouco de Historia
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Un pouco de Historia
La historia del municipio no se puede desligar del monasterio de San Antoniño de Toques, cuyo origen se desconoce. Empezó a cobrar importancia cuando García, rey de Galicia, concede al abad una serie de heredades que dan origen al coto y jurisdicción.
Este coto de los monjes benedictinos de San Antoniño se ve favorecido por los siguientes monarcas, especialmente en el siglo XII por el rey gallego Alfonso VII, que lo amplía a las parroquias de Vilouriz, Vilamor y Folialeda (Melide). A comienzos del siglo XVI, el cenobio quedó anexionado al de San Martiño Pinario de Santiago, que ejerció a partir de entonces el señorío sobre la jurisdicción de Toques, con derecho a nombrar juez.
Los vecinos estaban obligados por tal señorío a plantar cada año dos «carballos» en la «carballeira» de A Capela, además de los habituales tributos.
En el siglo XVIII, siguiendo el catastro del marqués de la Ensenada, estaba habitado sólo por un monje y cuatro criados.
Las tierras de Toques, en el extremo oriental de la provincia coruñesa, han sido pacientes testigos de la renovación agropecuaria
Toques
Al decretarse la Desamortización, el edificio conventual fue adquirido para instalar una fábrica de clavos, cuyos restos aún se pueden ver cerca de la capilla sobre el río.
Dicen que el dueño de la fábrica no respetaba el descanso dominical y que cierto día, en que molestaba con sus ruidos las celebraciones religiosas de la iglesia, saltó por el aire toda la maquinaria y nunca más volvió a trabajar.
Este coto de los monjes benedictinos de San Antoniño se ve favorecido por los siguientes monarcas, especialmente en el siglo XII por el rey gallego Alfonso VII, que lo amplía a las parroquias de Vilouriz, Vilamor y Folialeda (Melide). A comienzos del siglo XVI, el cenobio quedó anexionado al de San Martiño Pinario de Santiago, que ejerció a partir de entonces el señorío sobre la jurisdicción de Toques, con derecho a nombrar juez.
Los vecinos estaban obligados por tal señorío a plantar cada año dos «carballos» en la «carballeira» de A Capela, además de los habituales tributos.
En el siglo XVIII, siguiendo el catastro del marqués de la Ensenada, estaba habitado sólo por un monje y cuatro criados.
Las tierras de Toques, en el extremo oriental de la provincia coruñesa, han sido pacientes testigos de la renovación agropecuaria
Toques
Al decretarse la Desamortización, el edificio conventual fue adquirido para instalar una fábrica de clavos, cuyos restos aún se pueden ver cerca de la capilla sobre el río.
Dicen que el dueño de la fábrica no respetaba el descanso dominical y que cierto día, en que molestaba con sus ruidos las celebraciones religiosas de la iglesia, saltó por el aire toda la maquinaria y nunca más volvió a trabajar.
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